ENTREVISTA / REVISTA «MÚSICA Y EDUCACIÓN» (MARZO, 2012)
MÚSICA Y EDUCACIÓN
ENTREVISTA / TEXTOS: María Soledad Rodrigo
MARZO, 2012
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NACHO DE PAZ
“El director de orquesta ha de ejercer de mediador entre el cerebro y el corazón”
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Nacho de Paz es uno de los directores españoles más prometedores y mejor formados de su generación. El ovetense (1974) –que ha dirigido orquestas tan prestigiosas como la Nacional de España, la Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña, la Sinfónica de Euskadi, la Orquesta del Teatro Nacional Sao Carlos de Lisboa o la Filarmónica de Luxemburgo, entre otras– estudió piano, composición y se doctoró en Historia del Arte y Musicología en Barcelona, obteniendo las máximas calificaciones. Posteriormente, se especializó en composición con José Luis de Delás y en dirección de orquesta con Arturo Tamayo –del que fue asistente– y Pierre Boulez. De 2001 a 2005 fue director del Ensemble Obert y el nuevo Diabolus in Musica, fundado por Joan Guinjoan; también fue director asistente en la Academia de Música Contemporánea CDMC-INAEM. Durante la temporada 2006-07 estuvo al frente de la Internationale Ensemble Modern Akademie en Frankfurt am Main. Ha dirigido los estrenos en España de «Prometeo» de Nono y «Gruppen» de Stockhausen, participando asimismo en los de las óperas «Silvano Sylvano» y «La Passion selon Sade» de Bussotti. En 2007 dirigió al Ensemble Modern en la producción de la ópera «Die Dreigroschenoper» (Weill/Brecht), retransmitada por el canal ARTE. En la actualidad es director habitual en los ciclos y festivales de música contemporánea más relevantes de España, lo que no le impide también dirigir fuera de ésta–Alte Oper y Shauspielhaus de Frankfurt, Sprecherk de Hamburgo, ZKM de Karlsruhe, Radio Kulturhaus y Arnold Schönberg Center de Viena…– y compagina esta labor con la docencia, pues ocupa la cátedra de análisis de música contemporánea del Conservatororio Superior de Aragón e imparte cursos y conferencias en centros y universidades de todo el país. Galardonado con diversos premios internacionales de composición, posee un amplio y variado repertorio como director de orquesta que incluye un nutrido catálogo de autores del siglo XX y de la vanguardia, además del tradicional.
¿Cómo se inició en el mundo de la música? Desconozco si tiene algún referente familiar, aunque he leído que fue la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) la que le inspiró su vocación de director. Dígame, ¿cómo fueron esos primeros años en Oviedo?
Soy músico profesional gracias a la Perestroika con la llegada a Asturias de los Virtuosos de Moscú en 1989. Allí estudié piano con Natalia Mazoun y Tsiala Kvernadze. Mis inquietudes musicales eran además intelectuales y pronto se despertó en mí el interés por la teoría musical, el análisis, la composición y el deseo de ser director de orquesta. En 1997, una vez finalicé el Título Superior de Piano, me fui de Asturias para estudiar Composición y Dirección de Orquesta.
En verdad, se le ve muy a gusto siempre en el rol de director invitado, pero ¿para cuándo la responsabilidad de hacerse cargo de una orquesta importante como titular?¿No ha tenido ninguna oferta interesante?
Me gusta trabajar con diferentes orquestas y ensembles como director invitado y desarrollar experiencias diversas. He tenido ofertas para trabajar regularmente con algunas agrupaciones pero no tengo prisa por adquirir compromisos. Asumiré ese tipo de responsabilidad cuando surja la propuesta, el momento y la agrupación adecuada.
De Oviedo, usted se traslada a Barcelona para continuar sus estudios musicales. Me gustaría saber qué le decantó por esa ciudad y cómo surgió, posteriormente, la posibilidad de viajar a Alemania.
En 1997 fui aceptado para estudiar en New England Conservatory (Boston) pero con la condición de esperar dos años (sólo aceptaban dos alumnos nuevos al año). Por otro lado, tenía muy buena referencia de la clase de análisis de Carles Guinovart, a quien había leído en varios artículos. Consideré importante no esperar tanto tiempo para irme a Estados Unidos e irme a Cataluña y, eventualmente, aprovechar mi espíritu autodidacta sin depender exclusivamente de ninguna institución. Por tanto, me fui a Barcelona en 1997 para estudiar Composición y el Doctorado en Musicología. Además, desde allí (una ciudad con aeropuerto internacional) podría viajar fácilmente a Europa, allá donde hubiera ocasiones interesantes para expandir mi formación. Así fue durante años. Estudiaba oficialmente en el Conservatorio de Barcelona pero por mi cuenta estaba constantemente de viaje y acudía a los lugares donde había cursos y eventos destacables. Así conocí a Charles Rosen, Jim Samson, Roy Howat, Arturo Tamayo, Brian Ferneyhough, Helmut Lachenmann, Klaus Huber, André Richard, Irvine Arditti… y un largo etcétera de personalidades musicales que me aportaron experiencias y conocimientos que nunca habría podido adquirir en ningún conservatorio. También compaginé mis estudios con trabajos en compañías discográficas (como director artístico de grabaciones) y como director asistente de Arturo Tamayo en numerosas ocasiones con grandes orquestas europeas. Tras mis estudios de Dirección de Orquesta con Arturo Tamayo y Pierre Boulez me fui a Alemania en 2006. Fui elegido por concurso por el Ensemble Modern para trabajar con ellos como director durante la temporada 2006/07 en su totalidad.
¿Qué le aportó, desde el punto de vista humano y profesional, su estancia en Frankfurt al frente de la Internationale Ensemble Modern Akademie?
Viví en Frankfurt durante cinco años. Desde el punto de vista profesional me sirvió para trabajar regularmente con músicos de un altísimo nivel y adquirir un rodaje muy fuerte. Además trabajé en la Ópera y grabé para el canal de televisión ARTE.
Antes estuvo dirigiendo al Ensemble Obert –creado en 2001 con el asesoramiento de Arturo Tamayo y el patrocinio del Conservatorio Superior de Música de Barcelona– y al nuevo Diabolus in Musica –que fundó en la década de los sesenta Joan Guinjoan–.¿Qué recuerdos tiene de aquellos años?
Fueron años de rodaje como director musical en los que aprendí mucho sobre la producción y gestión de conciertos. Creé un proyecto extracurricular en el Conservatorio que involucró a más de 80 personas en nuestro primer programa para interpretar exclusivamente música de vanguardia. Fue entonces cuando conocí a Joan Guinjoan. Guinjoan es una persona muy importante en mi vida a nivel personal y profesional. Le tengo una gran admiración como músico y una grandísima estima.
Ambas agrupaciones tienen en común estar centradas en la difusión de la música de vanguardia del siglo XX, pero su repertorio es mucho más amplio. ¿Con qué tipo de música se siente usted más cómodo? ¿Con qué compositores se identifica más?
Me considero un músico de mi tiempo: es decir, una persona que ha crecido estudiando el repertorio clásico-romántico y que además estudia y se interesa por la música de hoy. Mi labor como director de orquesta me hace identificarme e interpretar a todos los compositores que me toca dirigir con la misma firme convicción al margen de mis gustos particulares. Esta característica me parece fundamental en mi profesión. Me identifico con compositores cuya escritura transmite honestidad, conocimiento y emociones muy intensas. Por ejemplo, citaría a Tomás Luis de Victoria, Witold Lutoslawski o Iannis Xenakis y una larga lista de compositores que he tenido el placer de conocer personalmente y de trabajar en colaboración estrecha.
¿Por qué cree que el público prefiere los grandes clásicos antes que la música de vanguardia? ¿Considera que hay que plegarse a los gustos del público o hay que hacer pedagogía del concierto?
Realmente no creo que el público rechace la música de vanguardia a priori. ¿Acaso se formularía la misma afirmación referida al cine clásico de los años veinte, por ejemplo, en contra del cine actual? Es obvio que no. Creo que solamente hay dos tipos de música: la buena y la mala. Creo que el público rechaza la mala música de vanguardia (o la música de vanguardia interpretada sin compromiso, sin honestidad ni entrega). Por tanto creo que programadores e intérpretes hemos de realizar un filtrado muy exigente para presentar al público siempre música de primera calidad en las mejores condiciones posibles (al margen de la época en que esté compuesta).
¿Que importancia le atribuye al director como garante de la partitura? En una entrevista Gustavo Dudamel, otro director también muy joven, exponía su “teoría del río”: “la estructura es un cauce” –decía– el director debe “aportar a la interpretación el agua, que siempre va a ser diferente”. ¿Como lo vive usted?
Yo parto siempre del análisis para comprender la arquitectura de las obras. Después, el director de orquesta ha de ejercer como mediador entre el cerebro y el corazón. Es decir, entre la lógica estructural y la gestión de las emociones. Evidentemente, cada director gestiona estos parámetros de manera diversa. Pero también influye la individualidad de los músicos integrantes de la orquesta que aportan su personalidad y acaban de moldear la idea preconcebida por el director.
¿Piensa que los directores jóvenes pueden aportar frescura a la dirección? ¿Incluso propiciar un mayor diálogo con los miembros de la orquesta?
Creo que no se puede generalizar hablando de “directores jóvenes”. Dentro de esta denominación nos encontramos mucha variedad de personas con distintas procedencias, conocimientos y formas de trabajar. En mi caso, me gusta la cordialidad y las maneras suaves pero firmes y documentadas para trabajar en equipo con precisión, rigor y entusiasmo.
Ha sido director asistente de Arturo Tamayo –en más de una ocasión– y también en la Academia de la Música Contemporánea CDMC-INAEM. ¿Cómo valora estas experiencias? Recordemos, además, que con Tamayo se especializó en dirección de orquesta…
Fui asistente de Arturo Tamayo en mi época de estudios durante siete años con grandes orquestas europeas. Viví muchas experiencias fundamentales para mi desarrollo personal y profesional. Arturo ha sido una persona de referencia y decisiva en mi carrera a quien tengo una estima muy especial.
Dígame, de las orquestas españolas y extranjeras que ha dirigido usted, ¿con cuál se ha sentido más integrado y por qué razón?
Disfruto cuando los músicos son muy precisos y entusiastas con su trabajo. El Ensemble Modern de Frankfurt es un referente inevitable.
¿Están las orquestas españolas al mismo nivel que el resto de las europeas?
En España hay tanto talento como en otros lugares y además existen algunas magníficas agrupaciones. Es una lástima ver cómo frecuentemente se contratan en España a artistas extranjeros que objetivamente son peores que muchos artistas españoles. No hay razones de peso para que esto suceda más que circuitos, lobbys, poses snobs o apellidos extranjeros que nos suenan glamourosos, nada más. España debería creer y apoyar más a los españoles (como hacen en Francia, Alemania o Reino Unido con sus propios artistas) para crecer firme y transmitir al mundo su cultura propia con orgullo.
Puede decirse que “está en capilla” su concierto con la Orquesta Nacional de España en el espacio “Carta Blanca” dedicado esta vez a Joan Guinjoan. ¿Cómo están yendo los ensayos? ¿Qué obras integran el programa?
Así es. Las obras que integran el programa de la Carta Blanca son algunas de las más relevantes del catálogo de ensemble de Guinjoan: GIC 79, Magma, Nexus, El diari y Homenaje a Carmen Amaya. El trabajo con los músicos y amigos de la Orquesta Nacional de España es siempre un verdadero placer.
De los directores de orquesta actuales, ¿cuáles son sus referentes?
Entre otros muchos destacaría a Mariss Jansons, Semyon Bychkov y Riccardo Chailly. Del pasado, a Toscanini, Mravinsky y Bernstein.
¿Cómo ve la situación actual de la música en nuestro país en comparación con el extranjero? Me refiero a todos los niveles, no sólo en cuanto a dirección –desde el punto de vista de la creación, la interpretación, la respuesta del público…–
Cada país tiene sus particularidades y no creo que haya que compararlos sino disfrutar de los puntos positivos y diversos de cada uno de ellos. En la actualidad España cuenta con una generación de compositores e intérpretes de extraordinario talento y preparación. Es una alegría ver cómo amigos y colegas tienen su merecido reconocimiento en el extranjero (¡y a veces incluso en España!) [risas].
Como revista de pedagogía musical, nos interesa particularmente su opinión en el ámbito educativo. Usted es catedrático de análisis de música contemporánea del Conservatorio Superior de Música de Aragón (CSMA).
La pedagogía es fundamental para cambiar el futuro de un país. Por esta razón creo muy importante dedicar parte de mi tiempo a ella. En mi caso me esfuerzo al máximo por ofrecer a mis alumnos las clases que me habría gustado recibir en mi época de estudios. Es muy emotivo ver cómo tus exalumnos evolucionan y logran metas importantes en sus carreras.
Explíquenos un poco qué se esconde bajo la denominación de Academia para la Nueva Música del CSMA, qué especialidades aglutina, cuál es su finalidad…
La Academia para la Nueva Música es la denominación que aglutina todas las actividades surgidas del Departamento de Composición del CSMA. Engloba los estudios de análisis, teoría, composición e interpretación de música actual al más alto nivel. Hay mucha información disponible al respecto (así como ejemplos de audio, video, trabajos analíticos, etc.) en internet: www.academiaparalanuevamusica.blogspot.com
¿Hasta la fecha qué le ha dado más satisfacciones, la dirección o la docencia? ¿Qué le aporta cada una?
Son ámbitos diferentes y no comparables. Disfruto enormemente con ambos. La dirección de orquesta me proporciona un placer muy grande al darme la oportunidad de poner en pie obras maestras, moldear el sonido y transmitir las emociones y conocimientos que hay tras las partituras. La educación me permite mostrar a los jóvenes estudiantes todo ese mundo interior, técnico, intelectual y apasionante que la música es capaz de aunar. Y así, contribuir con un granito de arena a que los jóvenes músicos quieran ser cada vez mejores profesionales y personas interiormente más ricas.
¿Y para cuándo el estreno de alguna obra suya? Usted se especializó en composición con Jose Luis de Delás…
Aunque en su momento gané varios premios internacionales de composición, hace diez años que no compongo pues mi carrera profesional está ahora centrada en la dirección de orquesta.
¿Qué circunstancias y/o personas han marcado un punto de inflexión en su carrera musical?
Ha habido muchísimas personas especiales. Quizá las fundamentales han sido Tsiala Kvernadze (en mi adolescencia), Arturo Tamayo (a él le debo gran parte de mi técnica como director), José Luis de Delás, Carles Guinovart, Joan Guinjoan, Agustín Charles, Luis de Pablo y José Ramón Encinar (a todos ellos les tengo gran admiración y estima como artistas y como personas). Mi paso por el Ensemble Modern ha sido otra circunstancia definitiva en mi forma de trabajar.
¿Por qué vemos tan pocas mujeres al frente de una orquesta? Resulta paradójico en un mundo como el actual, ¿no le parece?
Desconozco los motivos para que haya pocas mujeres que decidan estudiar dirección de orquesta. Solo hay que darse una vuelta por los conservatorios para comprobar este hecho que es ciertamente curioso.
¿Qué requisitos, qué cualidades debe tener un director de orquesta? ¿Cómo se definiría usted si tuviera que hacerlo con un único adjetivo?
Es necesaria una vocación vital muy grande, formación muy profunda, honestidad, precisión, rigor, pasión, perseverancia y una fortaleza psicológica importante. En mi caso, trato de aunar todas estas cualidades y desconozco un adjetivo que las englobe [risas].
¿Qué les recomendaría a los jóvenes que quieren iniciarse en el mundo de la dirección? ¿Y a los que concluyen sus estudios para encauzarse profesionalmente?
A los jóvenes que quieran iniciarse en la dirección les recomendaría que se cuestionasen si sinceramente cumplen la respuesta que le acabo de dar a la pregunta anterior. A los que concluyen les diría que la profesión es mucho más compleja que todo lo que hayan estudiado hasta el momento y que ésta es una carrera de eterno aprendizaje.